Lucía era una de esas personas que el tiempo y los palos la habían vaciado por dentro, o eso pensaba ella. Sentía que era incapaz de darse a los demás, que ese miedo que inundaba su cuerpo, le hacía sentirse más pequeña e insegura. A sus 30 años, se dio cuenta que llevaba más decepciones que alegría encima. Cada vez que le gustaba alguien, en vez de acercarle, le alejaba; y no porque fuera antipática o seria, si no que sus propios fantasmas en la cabeza, la hacían distanciarse. Pretendía ser abierta y hablarles de sí misma, pero su reacción era la contraria, más se asustaba y le daba mil vueltas a la cabeza.
Él había entrado hacía poco en su vida y casi ni se conocían, pero le gustaba. Quería conocerle y saber muchas más cosas de ese joven divertido que la hacía reír. Pero cada vez que le hablaba se bloqueaba y no sabía ni de que hablarle. Algo dentro de si le decía que era él la persona a la que esperaba y que su miedo iba a hacerle alejarse mucho más si no hacía algo para vencerlo.
¿Cómo se acerca Lucía a ese chico? ¿Qué se puede hacer para dejar ese miedo atrás? ¿Qué hago yo para conocerte y que me conozcas?
Lucía tiene más miedo a abrirse que a no ser correspondida. Que vida más curiosa, ¿verdad?
ResponderEliminartambién me sentí identificada con esta entrada. Creo que cuesta mucho dejarse ver tal cual sos por los demás, porque da miedo a ser lastimado. Pero no es solo eso, es a que te conoscan ocn tus defectos. Nose, es depende de cada uno también... Saludos!
ResponderEliminarGala Miranda